Entre la niebla de las primeras horas del día, los racimos de Monastrell esperan su momento.
Somos de los últimos en vendimiar en Alicante, y no es casualidad: esta uva necesita tiempo, sol y paciencia. Su ciclo es el más largo de todas nuestras variedades, y solo cuando alcanza su punto exacto de maduración comienza la cosecha.
Cada vendimia es un acto de respeto a la tierra.
El equipo que nos acompaña, con sus manos expertas y su cariño por cada racimo, es el verdadero corazón de este momento. Ellos son quienes convierten el esfuerzo de todo un año en futuro vino, cuidando cada detalle para que la esencia del Monastrell llegue intacta a la bodega.
El resultado de tanta dedicación se refleja en nuestros vinos: intensos, elegantes y llenos de carácter mediterráneo.
Porque detrás de cada copa hay historia, trabajo y una tierra que habla por sí misma.
Brindamos por todos los que hacen posible esta vendimia, y por la magia de una uva que, año tras año, nos recuerda por qué seguimos enamorados de nuestro oficio. 🍇
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