La tradición ha sido y es uno de los pilares fundamentales de Bodegas Volver, que hace referencia a su manera de elaborar los vinos generación tras generación. Al proyecto, que comenzó con Rafael Cañizares la cuarta generación de una familia en la que se ha respirado y vivido el amor por el viñedo y la viticultura, se suma la quinta generación que aspira a seguir con el legado familiar.

Sofía Cañizares, una estudiante de enología de 20 años, se ha curtido entre los viñedos familiares y las enseñanzas de su padre, Rafael Cañizares, a quien considera un maestro. Su pasión e ilusión por el viñedo, la cultura y sus raíces la han llevado a embarcarse en la creación de un vino junto a su padre y mentor.

El consumo del vino pasa sus horas más bajas, sobre todo entre los más jóvenes de 18 a 34 años que conforman solo un 26% de los consumidores habituales, ya que se sienten más atraídos a pedir una cerveza o un refresco en el bar. Sofía lo tuvo muy claro, su vino supondría un primer contacto para los novatos en este campo. La clave para hacerlo agradable a los paladares menos familiarizados con los sabores de esta bebida reside en su ausencia de barrica, su suavidad en boca, ligereza y equilibrio.

Esta aventura, que comenzó en verano de 2017 en los viñedos alicantinos donde creció, pudo ver sus frutos en abril de este mismo año. Un resultado marcado por el trabajo desde el viñedo, su cuidado para conseguir una uva sana y la predilección por lo autóctono. Pero con esa vivaz ambición y deseo de experimentar de una joven enóloga que se proyecta como savia nueva dentro del mundo del vino, tan criticado por su inmovilismo.